Para que un tratamiento tenga éxito es imprescindible respetar la naturaleza del cuerpo humano. A veces podemos pensar que no evolucionamos de nuestras dolencias cuando en realidad sí que estamos evolucionando pero no tan rápido como querríamos. La clave está en saber que lugar ocupa cada uno en el proceso y qué grado de responsabilidad tiene.
Una de las diferencias que tiene la osteopatía con respecto a otras terapias manuales es la gran sensibilidad que el osteópata llega a desarrollar en la palma de su mano. Esta sensibilidad nos permite a los terapeutas valorar aspectos importantes del tratamiento como el grado de presión necesario para realizar una maniobra o incluso si es el momento o no de realizar dicha técnica.
Esta sensibilidad no se adquiere con los cinco o seis años que dure la formación si no que es fruto de años de práctica en durante la cual se va perfeccionando poco a poco. Igual que un guitarrista adiestra su mano para tocar acordes inconcebibles cada vez más rápido, el osteópata adiestra su mano para poder distinguir las estructuras que se encuentran bajo la piel o incluso bajo los músculos y valorar su densidad y su movimiento.
Este artículo va dirigido a aquellas personas que cuando se están tratando dicen: «…aprétame más!… puedes apretar más eh! que yo aguanto». No por apretar más la lesión se va a curar antes, hay que poner la presión que te pide el tejido si no el tratamiento pierde eficacia. Estás personas suelen salir de la consulta decepcionados pensando que no se les ha hecho un buen trabajo, y regresan la sesión siguiente sorprendidos de los buenos resultados si la necesidad de sufrir.
Lo mismo ocurre cuando manipulas una articulación y no se desbloquea o no se escucha el chasquido típico. En primer lugar el chasquido no es necesario, lo necesario es que la articulación se mueva y se desbloquee. En segundo lugar, si se realiza la manipulación correctamente y no se desbloquea quiere decir que aún no es el momento. Hay que realizar otro tipo de trabajo hasta que la articulación esté lista para ser desbloquea y esto puede llevar algunas sesiones. No es cuestión de fuerza, si insistes en desbloquear una articulación que no cede es cuando puedes producir una lesión. Las manipulaciones son técnicas de alta velocidad, no de fuerza bruta.
El cuerpo al igual que todo elemento de la naturaleza tiene un ritmo propio que no se puede ignorar, si no se respeta puede ser que el tratamiento no funcione. Este ritmo depende de muchos aspectos concretos de cada individuo (metabolismo, capacidad de cicatrizar, estado de forma) y de aspectos propios de cada lesión (no es lo mismo una distensión que una rotura).
Este mensaje es para las persona que vienen a visitarse con prisas: «…arréglame que la semana que viene te una competición.». En primer lugar la responsabilidad de la recuperación no es solo del terapeuta, si por nosotros fuera seria todo más fácil. En segundo lugar como hemos dicho antes se debe respetar el «timing» de la naturaleza, una vez realizado el tratamiento debemos esperar un tiempo para que el cuerpo asimile el trabajo realizado, pueden ser horas o pueden ser días, y a la naturaleza le da igual que tengas competiciones u obligaciones que cumplir, si no se respeta este ritmo el tratamiento tiene muchas posibilidades de fracasar.
Resumiendo, el éxito del tratamiento no depende solo de la acción del terapeuta, el paciente también tiene una gran parte de la responsabilidad y debe implicarse y cumplir los consejos que el terapeuta le da. Aún así, no se puede correr más que la naturaleza, debemos respetar el ritmo de recuperación que en cada caso es diferente.
- Escucha tu cuerpo
- Dale lo que te pide en la medida que te pide
- Déjale el tiempo que necesite